¿Nutres la confianza o la necesidad de aprobación en tus hijos?

En Coaching por Valores se dice que, «La Confianza es el valor de los valores».  Esta es la base sobre la cual construyes tu vida.  Si no confías en ti mismo, en la vida misma, ni en los demás; no podrás vivir en consonancia con ningún otro valor y, por lo tanto, tampoco podrás vivir en plenitud.  

Por otra parte, el Método Paternidad Efectiva coloca a la confianza, como la primera vasija que debemos procurar nutrir en nuestros niños, desde que comienza su formación en el útero de mamá. Hay estudios que demuestran cómo puede verse afectada el nivel de confianza en un niño desde antes de nacer, normalmente, por circunstancias emocionales que haya vivido la madre durante el embarazo, como momentos de angustia o estrés. 

También, por el simple hecho de haber nacido por cesárea, el niño pierde confianza en sí mismo y en el mundo que le rodea, como le sucedería a una mariposa cuyo capullo le fuera rasgado para facilitar su salida.  Sus alas tendrán poca fortaleza, porque necesita ejercitarlas durante el proceso de romper ella misma su capullo.

Asimismo, el bebé cuando no tiene la oportunidad de realizar el esfuerzo que supone pasar por el canal del parto, no puede activar el programa mental que le indique, que es capaz de realizar grandes logros por sí mismo.

Además, hay otras circunstancias que hacen que el niño, desde muy pequeñito, ya tenga problemas con sus cimientos de la confianza como, por ejemplo, el rechazo del embarazo por parte de los padres, dejarle llorar para que duerma solo, o separar al bebé de su madre, aunque sea por unas pocas horas, justo cuando acaba de nacer. Práctica que era habitual en todos los hospitales, pero que ya se ha ido sustituyendo por la práctica del «Piel con piel», que sí fomenta la confianza en el bebé, entre otros beneficios.  

Después de leer esto, estarás pensando que entonces, somos muchos los que hemos nacido con problemas de confianza.  Así es, pero también es cierto que, se puede volver a construir una sólida confianza, si como padres procuramos dar una educación a nuestros hijos que la cuide y la fortalezca.  El problema está, en que no somos consciente de ello, y vivimos en una sociedad en donde enseñamos a nuestros niños a no confiar nunca en sí mismo, y les reforzamos que deben hacer todo lo posible por conseguir la aprobación de los demás.  

De esta manera, el deseo de ser admirado o adulado (que en un principio no tendría nada de malo) se convierte en una necesidad disfuncional.  A esta necesidad de aprobación, Wayne W. Dyer le dedica un capítulo entero de su libro «Tus Zonas Erróneas», donde comienza afirmando:  «La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: Lo que tú piensas de mí es más importante que la opinión que tengo de mí mismo«. 

El problema de base es, que realmente es imposible complacer los gustos de todos.  Por ello, el vivir con esta necesidad de aprobación constante, al final se convierte en sufrimiento, que acaba en: rechazo a sí mismo, baja autoestima y desvalorización personal.  

Piensa detenidamente, ¿Cuántas veces al día, dices a tus hijos frases evaluativas o que alimentan la necesidad de aprobación?

«Qué bien lo has hecho», «Esa camiseta no te queda bien», «¿Cómo te puede gustar esto?», «Ven que te lo hago yo, eres muy lento», «Eso no te conviene», «Estoy muy orgullosa de ti», «Hazme caso que tengo más experiencia que tú»…. Y así, la lista puede ser infinita.  

La mayoría de estas frases, nos pueden sonar totalmente inofensivas. Algunas de ellas, parecen muy positivas y educativas.  Pero en el fondo, todas ellas llevan un mensaje implícito: «No puedes confiar en tu propio criterio, mamá y papá sabemos mejor que tú lo que te conviene».  

En la escuela por su parte, los niños continuamente están recibiendo la aprobación o desaprobación de los profesores, dependiendo de si hacen o no exactamente lo que se les pide, hasta que acaben acostumbrando a sus mentes a pensar, actuar y responder, como lo dictan sus profesores y los libros de texto.

No hay cabida a la exploración de pensamiento individual, porque para tener una calificación de “aprobado” en la escuela, hay que rechazar el propio criterio, si éste no está acorde con lo enseñado en la escuela.  ¿Quién crees que aprendería más y estaría en capacidad de dar nuevos y mejores aportes a la humanidad? ¿Un niño inspirado y motivado para aprender, o un niño que tiene la necesidad de aprobar una serie de materias?

En general, en nuestra cultura se enseña que los adultos saben mucho más que los niños y por lo tanto su opinión es la que realmente vale, mientras que a la opinión o a las preferencias del niño no se les da ninguna importancia.  

Si a esto le agregamos otros mensajes como: «No te subas allí que te vas a caer», «No hables con extraños», «Cuida bien tus cosas porque las puedes perder o alguien te las puede quitar»… Estamos creando desconfianza en los demás y en el entorno, que en el fondo el mensaje implícito es: «No confíes en tu intuición, desconfía de ti, desconfía de todos y de todo».

Después, nos preguntamos por qué cuando los niños alcanzan la adolescencia se vuelven rebeldes, o de repente pareciera que nos les importa nada, o comienzan a tener amistades que son «malas influencias», o simplemente no tienen idea de qué decisión tomar sobre su futuro.  

Claro, para un adolescente cuya propia opinión nunca ha tenido importancia y sólo ha sido alimentada su necesidad de aprobación, es normal que tome estas actitudes.  No puedes esperar a que, con esta edad, confíe en su propio criterio. 

Además, es muy probable que un adolescente tampoco tenga confianza en tu opinión de madre o padre.  Buscará la aprobación y respetará el criterio de alguien más como, por ejemplo, el de un grupo de amigos donde se sienta un poco más valorado, ya que no es capaz de valorarse así mismo, pues no le has enseñado cómo hacerlo.  

Esta es la sociedad en la que vivimos, y esta es la dinámica a la que estamos acostumbrados.   Si intentáramos de la noche a la mañana eliminar todas estas influencias de desconfianzas en nuestros hijos, podría ser hasta peligroso, porque la sociedad no está preparada para un cambio tan radical a menos que lo hagamos todos a la vez, pero eso es muy improbable.  

Por eso, entiendo perfectamente tu frustración sobre lo complicado que puede llegar a ser, educar a unos hijos con valores, una elevada confianza en sí mismo y muy buena autoestima.  Yo también soy madre y sé lo difícil que es esto, pero estoy segura de que no es imposible.  Sólo debemos dejar de actuar a ciegas por la influencia cultural, y comenzar a darnos cuenta de las repercusiones emocionales y psicológicas de todo lo que hacemos con nuestros niños.

Actualmente existen muchas corrientes sobre educación infantil, donde la confianza y su amigo más cercano, el respeto, se han convertido en las bases que hay que nutrir primero.  Entre éstas podemos encontrar: la «Crianza con Apego», la «Disciplina positiva», el método «Montessori», la «Pedagogía Waldorf», el método «Cómo hablar a tus hijos», o el método «Paternidad Efectiva».

No te digo que, siguiendo estas corrientes, de la noche a la mañana, vas a lograr que tu hijo deje de recibir mensajes que alimenten su necesidad de aprobación, porque eso va a continuar sucediendo en nuestra cultura, pero sí puedes comenzar a centrarte más en alimentar su confianza. 

¿Cómo puedes hacer esto?  

  • Anímale a que tome decisiones. Desde muy pequeñitos pueden hacerlo.  Solo tienes que soltar un poco el control y permitirle decidir, aunque sea en pequeñas cosas.  Poco a poco irán ganando la confianza para tomar decisiones más trascendentales. 
  • Cuando veas que se le dificulta tomar una decisión, no le des la solución, anímale a confiar en sí mismo y acompáñalo hasta que encuentre él mismo su solución.
  • Cuando te dé su opinión sobre cualquier tema, sin importar si estás de acuerdo o no, acógela con amor.  Hazle saber lo importante y maravilloso que es tener su propio criterio.  
  • Cuando te pregunte tu opinión, antes de contestar, devuélvele la pregunta: «¿Qué piensas tú?»
  • Reconoce y valida sus emociones, no importa cuáles sean. Es importante que se acepte a sí mismo y comprenda que sus emociones son una parte muy importante de él. Las emociones no se evalúan, se aprenden a canalizarlas.
  • Dale tu apoyo cuando quiera tomar un riesgo, dale la oportunidad de poder equivocarse.  No trates de evitar posibles frustraciones.  Deja que experimente.
  • Anímale a practicar muchas veces cualquier habilidad que desee desarrollar. Que se dé cuenta de que, a mayor práctica, adquiere mayor confianza y mayor destreza.  
  • Antes de imponer una norma o un límite piensa: ¿Cuál es el verdadero fin de este límite? ¿Alimenta la confianza o la necesidad de aprobación?
  • Cuando sobrepase un límite establecido, que sea más importante que comprenda las consecuencias en su vida, antes de imponer un castigo para que sufra una consecuencia instantánea.  Si lo comprende, hará suyo el límite y lo respetará, por confianza y voluntad propia. Si solo recibe un castigo, puede que no lo vuelva a sobrepasar en tu presencia, por miedo al castigo y por la necesidad de aprobación, pero no habrá aprendido nada de valor para su vida. 

Son muchas las cosas que puedes hacer para que el alimento de la confianza en tus hijos supere sustancialmente el alimento que reciben a diario de la necesidad de aprobación.  Si logras inclinar la balanza de este modo, o por lo menos equilibrarla, estarás haciendo un trabajo increíble como madre o padre. 

Recuerda que los hijos es la responsabilidad más importante que nos ha dado la vida.  En tus manos está honrar esta responsabilidad con amor, respeto y confianza.

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